HISTORIA DE LA DANZA DE LOS NEGRITOS DE HUÁNUCO

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El baile de los Negritos, una de las danzas más populares del centro peruano – Huánuco -, nos habla con ironía del rigor de la colonia, aquel tiempo en que los esclavos cultivaban caña en las haciendas huanuqueñas. Sin embargo, por esos curiosos quiebres que dan las tradiciones, ha pasado a ser un festivo modo de expresar cariño al Niño Jesús. Las cofradías de los «negritos» salen a recorrer la ciudad, luciendo sus máscaras y sus mejores galas. En el elenco de danzantes destacan los corochanos, personajes que representan a los caballeros españoles pero con aires bufonescos. Sus inicios se pierden en el año de la colonia cuando los hombres de color fueron traídos al Perú desde Cafre y otros pueblos del África para los trabajos en las haciendas, la minería y los conventos. Es muy importante señalar el Decreto promulgado por Ramón Castilla sobre la libertad de los negros el 13 de diciembre de 1854. A partir de esta fecha, conjugando el nacimiento del Niño Dios, las cofradías nombre que proviene del lugar de origen desde donde fueron traídos, organizados con muchas limitaciones en las haciendas, hicieron su aparición en las calles. Los danzantes al son afroide del bombo visitaban los nacimientos y las iglesias. Allí bailaban y bebían. Los dueños de los nacimientos en recompensa les invitaban huarapo, shacta, años después el locro. Así lo hicieron los años sucesivos y de esta manera se institucionalizó el baile y Danza de los Negritos. Con el correr de los años los hombres de color fueron exterminándose, por lo que tuvieron que ser reemplazados por los mestizos y luego por lo blancos. Como la danza era de los negritos, éstos tuvieron que confeccionarse máscaras.

ORIGEN

El 15 de noviembre de 1820, en Huánuco, se realizo la juramentación de la Independencia del Perú.  Años antes y posteriormente a la fecha citada,  el pueblo huanuqueño jugó un papel preponderante, en la lucha por la emancipación. En 1812, en la provincia de Ambo, se enfrentaron de Tres a Cuatro Mil hombres al ejército español, librándose una batalla en la que fueron derrotados los patriotas. Los caudillos condenados a muerte y sus bienes confiscados. Años después,  lucharon en las batallas de Junín y Ayacucho, siendo Huánuco el lugar de aprovisionamiento al ejército, gracias a su estratégica posición geográfica. De 1821 a 1824, actuaron las guerrillas campesinas, entre Huánuco y Yauli, con participación del pueblo indígena para mantener la independencia,  incluso la comunidad de Huacar, cedió sus tierras al Estado para ayudar económicamente al ejército peruano comandado por Bolívar. El 3 de noviembre de 1854,  el Mariscal Ramón Castilla, promulga  la Ley de Libertad a los esclavos negros. Estos, en multitud se retornaron a sus lugares de origen. Esta ley dio origen,   al nacimiento de una danza,  que se propagó a los lugares muy apartados del Perú. Actualmente, es bailada por hombres de ascendencia indígena, pero con el mismo contenido histórico – social. Relatando sus penurias y la liberación de los esclavos negros, como recuerdo de su descendencia.  Se baila en muchos pueblos del Perú, bajo diferentes nombres: Morenada, Negrería, Pachawuara, Negros viejos, Rey Moreno, Negritos, etc. Esteban Pavletich, sostiene que  la danza “Los Negritos de Huánuco” tuvo su origen,  en los galpones de los esclavos. Salió a las calles, cuando llegó de Huancayo la noticia de la liberación de los negros. Por ellos,  se celebra en los últimos días de diciembre, coincidiendo con la fiesta de Navidad.  La danza de “Los Negritos de Huánuco“, que representa diversos pasajes de la vida de los esclavos negros, desde su llegada en el siglo XVI y durante la Colonia, hasta su liberación, se baila desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero en homenaje al niño Jesús. Mientras tanto, José Varallanos (1987) afirma que la Danza de los Negritos, nació en la Colonia “en las ciudades y villas de encomenderos y acaudalados propietarios de esclavos”. Porque los negros, mulatos imitaban los bailes, danzas y  música de sus amos, practicando en los galpones, corrales y las plazas públicas. En la época de la Colonia los nobles,   daban libertad provisional a sus esclavos durante los días de Navidad. Éstos, para ganarse el sustento, recorrían calles visitando Nacimientos en las casas de los nobles y, vestidos de gala,  con ropa en desuso que les regalaban los amos, bailaban y cantaban ante el Niño Jesús,  a cambio de la comida y bebida que les ofrecían los señores. Los Caporales y Pampas, nacieron en los fundos. Pero  la  escenificación de la danza misma, era una  simulación al problema de la esclavitud por la masa indígena, que se identificaba con los negros. Por la  similitud  de  sus  problemas y, como  también sufrían  castigos y humillaciones, la danza, les serviría como válvula de escape,  para manifestar su descontento y protesta ante el yugo español. Como quiera que, en el imperio de los incas la iniciación de los príncipes,   se celebró con fiestas y regalos, desde  la  Colonia  hasta  nuestros  días,  se rinde homenaje   al  Niño  Jesús . Representado por una bella imagen de madera tallada y policromada, con  evidente ascendencia española. Lujosamente vestida, con ropajes de terciopelo,  bordados con hilos de oro y plata,  a través de la danza. Actualmente la de “Los Negritos de Huánuco”,  ha sufrido numerosos cambios desde su origen. Se ha enriquecido con los acontecimientos históricos locales, como iremos viendo  en el estudio del vestuario de los personajes que forman la cuadrilla.

NACIMIENTO DE LA DANZA DE LOS NEGRITOS – (FREDY V. ARANDA VENTURA)

ESCENARIO GEOGRÁFICO

En el valle del Pillco Mayu o del Huallaga, donde habitaban en tiempos muy lejanos,   un grupo étnico de hombres, llamados los chupachos o chupaychos su clima muy saludable durante el año, con vientos que refrescan el aroma de las plantas; frutales como el  pacae el chirimoyo, el guayabo y otros que florecen en todo el año y allí donde viven las aves y pajarillos,  el Pillco  que su nombre revela  del  canto Pillco Pillco canta cuando el cielo se abre como una flor con pétalos azulinos de cuyo  ave simbolizaba a los habitantes de entonces. En sus llanuras,  recorren como una serpiente un manantial verde azulino cristalino que  da  el reflejo de las plantas que crecen a su alrededor dejando a su paso tierras para el cultivo de en ambas riberas. Valle que por su deleite clima habia de ser habitado por extraños hombres blancos y otras razas de color de tierras desconocidas, Allí se levantó la ciudad del León de Guanuco y más adelante por los servicios prestados lo darían nuevos títulos nobiliarios llamandola la muy noble y muy leal ciudad del León de Guanuco de los Caballeros, nombre que le dieron a los conquistadores de una estirpe de hidalgos caballeros y  nobles muy fieles a la corona española que en aquellas épocas de esta ciudad pudo haber sido una de las mejores ciudades del nuevo mundo y  que la suerte no le acompañó. A su establecimiento,  los blancos peninsulares utilizaron en calidad de mulas de cargas a los indígenas y los negros esclavos, este último habían sido capturado como animales en los alrededores de la costa  del  África por mercaderes  europeos, quienes transportaban en barcos con destino para ser vendidos como mercancía en los puertos de España paraluego rematarlos en las colonias del nuevo mundo. Los negros que se compraban en los puertos del Callao en las barracas de Lima, se pagaba de acuerdo a la casta y tacha del esclavo en pesos de 500, 400, 300 y hasta de 200 pesos por cada negro y si estos se encontraban enfermos los llevaban al veterinario para ser atendidos como si fueran animales. Los mercaderes,  que transportaban negros a la ciudad de Guanuco, eran trasladados en carretas movidas por caballos o mulas. Otros eran traídos a pié, pues estos eran  muy duros su peregrinaje en el trayecto por las alturas de las zonas andinas: Ticlio y Cerro de Pasco sufríando el inmenso frío, heladas, hambre y hasta algunos morían en la travesía a Guanuco, sus cadáveres eran abandonados en el camino, y  el vendedor  sufría una pérdida. Después de dos semanas de viaje, la mercancía de «oro humano negro»,  llegaba a la ciudad  de León de Guanuco. El  producto tenía que ser lavado, bañado y presentado con una túnica blanca al día siguiente en la plaza mayor de la ciudad, eran rematados  a los encomenderos y hacendados para la faena agrícola, para la producción de la caña de azúcar y otros para los servicios domésticos en las casas coloniales de los patrones.

TRABAJO ESCLAVISADO DE LOS NEGROS

Una vez adquirido era conducido al herrero de la ciudad para ser marcado cada negro, con un signo distintivo puesto en la espalda o en el brazo derecho con un fierro hecho de ascuas (fierro candente) cual si fuera un animal, a este acto se le llamó «Carimba», esto lo hacía cada señor hacendado para reconocer cada negro de su propiedad, comprar un esclavo era costoso pero lo cual su propietario trataba de sacarle ganancia lo más rápido posible. Los primeros esclavos negros que llegaban al valle, fueron destinados a la agricultura, comenzaron a trabajar la tierra habriendo campos de cultivos, otros preparaban los terrenos utilizando la nueva tecnología traída por los europeos; el arado por medio de dos novillos dejando surcos para la siembra de los tallos de la caña de azúcar en grandes extensiones de terrenos, esta faena comenzaba cada mañana, los negros al oir el sonido de la campana, salían de los galpones listos para el trabajo agrícola, llevaban sus herramientas y a la vez portaban un sombrero de paja para protegerse de los rayos de la luz del sol, una camiseta llamado cotón de bayeta traído de la sierra de Quivilla, Puños y otros, portaban un pantalón de jerga arremangada hasta la altura de la rodilla, en los pies llevaban su shucuy, este calzado fabricado por ellos para protegerse los pies. Los negros que se quedaban en sus galpones por enfermedad o por llegar tarde eran azotados y trasladados a los campos de cultivo, el lenguaje que utilizaba el capataz como medio de comunicación con los negros esclavos fue el látigo quien lo llevaba enrollado y colgado en la cintura, su sonido en el aire sonaba corno un chasquido parecía una víbora dispuesta a morder. Algunos negros no soportaban estos tratos se evadían mientras se descuidaba el capataz y fugaban por las alturas de Ambo y San Rafael con rumbo desconocido: el frío y el hambre fueron sus peores enemigos de los que se fugaban pues morían en las quebradas abandonados solo se encontraban sus restos fósiles que quedaban como huellas, otros el desconocimiento del camino eran presos de sus captores hombres armados de arcabuces, estos negros eran capturados y conducidos a la hacienda a donde pertenecían para cobrar alguna recompensa por su captura, estando en la merced de sus hacendados se les aplicaba castigos bárbaros como la brea, los fierros malvados, quemándoles su carne, 200 azotes, hasta dejarlos casi muertos, todo esto lo hacían delante de sus compañeros para que así enmendaran y se les quitara las ganas de huir, el trabajo en el campo continuaba con eficacia sin descanso, el factor geográfico y climático favoreció el establecimiento de los negros esclavos y el cultivo de la caña de azúcar, de ellos se tuvo que hacer una gran industria de los productos derivados, siendo el primer ingenio en el Perú durante la colonia de producción de la famosa caña de azúcar traída por los europeos adaptados similar a las de las islas Antillas. Cada vez se necesitaba mayor cantidad de la mano negra de esclavos y se procedió a la exportación en mayor escala, el trabajo de éstos negros eran satisfactorio y rendidor para el hacendado que tuvieron enormes ganancias en esta zona de Guanuco. Los negros que trataban de huir eran encadenados en los pies y así trabajaban a consecuencia de su osadía. Se crearon los nuevos jefes llamados los caporales, estos eran dos negros que se ocupaban de cuidar y vigilar a los negros que trataban de huir del trabajo. Comenzaron a producir la caña de azúcar en gran cantidad hasta que se comenzó a exportar los productos de la caña por la Sierra Central y una parte para la Capital, al finalizar el siglo XVI., en el valle primaveral del Huallaga o Pillcomayo la producción era muy fructífera, comenzó a tener gran importancia, produciendo como azúcar, chancaca, alcohol, aguardiente, huarapo y otros, pero esto se debió al sudor, al esfuerzo y a las lágrimas de los trabajadores esclavos negros quienes habían reemplazado a la mano de obra del indio o indígena en las faenas agrícolas.  

LA HACIENDA ANDABAMBA

En la mañana, cuando el sol levanta su vuelo por el cristalino cielo azul,  en  el  campo  a  paso lento,  se desplazan dos caballeros montados en su caballo. El jinete,  que lleva la delantera de sombrero de paja a la pedrada,  con traje dril azulino, calza unas recias botas con relucientes espuelas de plata,  se  trataba  del  Capitán  Luis Quesada de Velásquez, dueño de la casa hacienda. A su costado,  le acompaña el Capataz Don Andrés de Rivera,  en la supervisión de los campos de cultivo de la casa hacienda de Andabamba,  después de algunas horas en las zonas de plantaciones. Las otras áreas de cosecha de la caña,  pasó a revisar el molino,  allí  se  encontraba el negro José y otros negros en la destilación del cañazo, entraron los dos caballeros a beber algunos vichis de aguardiente y antes que se le ordene el negro José,  salió a saludarlo. – Buen día mi patroncito preguntó ¿se le ofrece mi servicio? – Respondió el Capitán – Si José. – Tráeme una botella y dos vichas para probar la calidad del cañazo que tenemos. – José contestó – si mi patrón. – Corrió al depósito,  donde se encontraba listo para su exportación, hacia la capital, la trajo y se pusieron a beber. – Esto sí es calidad – dijo el capitán. ¡Aah! Respondió su capataz, es muy buena, pero los ojos del capitán reflejaban tristeza por su esposa y extrañó su menor hijo Juan,  que se encontraba en la capital. Tomaron algunos cañazos,  pero como estos se encontraban muy fuertes, salieron y se fueron a descansar.

LAS TRES CAMPANAS

Desde  el  patio  de  la casa colonial,  al pie  del majestuoso arco,  dirige   la mirada hacia adelante y encuentra una majestuosa torre,  postrada firmemente en una sola pared. En cuyo altar,  se observa el símbolo de la cristiandad: la cruz,  recibiendo los primeros rayos del sol.  En este lugar,  posee tres hornacinas de estilo europeo donde guardan celosamente,  en cada una de ellos una campana de diferente tamaño,  como el sonido de cantar,  está  a  la vez sostenida por una madera de huarango.  Lo llamaban el reloj de la hacienda, otro  símbolo de la esclavitud, símbolo de  la salvación,  lo llamaban los negros esclavos.  Este  trabajo  de tocar  las campanas estaba a cargo del capataz y de los negros caporales de la hacienda. En la casa hacienda,  se hallaban como caporales dos negros más fuertes,  quiénes habían sido designados años atrás para ordenar y hacerse cargo de los negros esclavos de la hacienda. Estos eran Benito y Blaz Berrospi,  el primero provenía de la tribu del Congo. Era el negro más cristiano allegado al grupo de sus hermanos negros esclavos.  El segundo, el negro Blaz,  provenía de la tribu o nacionalidad de Angola,  quien tenía un corazón fuerte y muy duro en contra de sus hermanos, que siempre servía y estaba dispuesto a las órdenes de su señor hacendado,  al pie de la letra. El horario de trabajo, en las faenas agrícolas,  era  desde  las primeras campanadas, pues éstas eran el reloj. Tres campanas, simbolizaban el cambio o  el turno a que se sometían los negros al oír el sonido de ellos. La campana más grande,  que se ubica en la parte baja al lado derecho, el sonido de ésta significaba que los negros,  se levantarían de sus galpones para ir a trabajar a  las faenas agrícolas, o  en los trabajos de los servicios domésticos de la hacienda.  Se dejaba escuchar desde las primeras horas en que el cielo alumbraba,  y esta era muy dolorosa por que los negros decían: – Un día más. – Un día más para sufrir. La otra campana mediana, que se ubicaba al lado izquierdo tenía un sonido agudo y era lo contrario de la otra. Ésta significaba el retorno del trabajo a la casa, el descanso. Se escuchaba cuando el sol se encontraba al centro del cielo, era la una de la tarde, para el almuerzo. También a las seis y media para el descanso,  hasta el día siguiente, siendo el alivio de los negros al oírla. La campana, que se ubica en lo más alto se escuchaba para la ceremonia de los patrones, visita de algún pariente o visita de algún comerciante que venía con productos de la capital. Esta en combinación con la otra más pequeña,  significaba reunión de urgencia en la finca con todo el personal. Y todos los días,  se dejaban escuchar desde las primeras horas,  que el cielo azul alumbraba hasta que el astro Rey se ocultase.

EL RETORNO DE DOÑA FRANCISCA

El día pasaba, el capitán ansioso se preguntaba ¿Cuándo su esposa arribaría a la hacienda?…  su mente lo transportaba mas allá de su imaginación. ¿Tal vez tuvo un accidente en la trocha carrozable por las alturas? tenía diferentes pensamientos. Salió de la sala y se dirigió al patio,  allí se encontraba la criada María a quien  ordenó: – María,  vete al campo a recoger algunas flores para el señor que se encuentra en el altar de la capilla. María respondió: – Si mi señor. Todas las mañanas,  antes de salir al campo se postraba de rodilla ante el altar del señor crucificado, poniéndose a rezar. La servidumbre en silencio observaba todos los movimientos del patrón, que presentía la ausencia de su esposa. Su tristeza era notoria,  este se ponía triste acompañándole su sentimiento José,  Fermina,  Tomas y otros negros que se encontraban en el servicio doméstico, también María,  no dejaba de poner flores al señor en el altar. Doña Francisca,  la esposa del capitán, era muy considerada por todos los negros de la hacienda y le tenían mucha pena durante su ausencia en la casa. Estaba por finalizar el año,  22 de diciembre de 1650, a las nueve de la mañana a la vista del negro Manuel, dio la alarma gritando,  que se acercaba un coche y un jinete acompañado, era la señora esposa del capitán, la dama Francisca Ulloa que retornaba de la capital. La señora venía en un reluciente carruaje en el cual iban cinco personas.  La señora, su hijo Juan, una criada, el cochero y un negro montado en su caballo,  acompañándole. Los criados le cayeron como oleada al carruaje,  recibiéndola con alegría, a la entrada de la hacienda el negro Benito, al ver corrió a recibirla quién la besó los pies al bajar del carruaje, ella le preguntó. – ¿Dónde se encuentra mi esposo? – Le respondió – Mi señor amo, se fue muy temprano a observar el trabajo de la cosecha de la caña. Al rato llegó el capataz Andrés,  quien le dio una orden al negro Benito: – Negro Benito toca la campana del altar para que viniera el señor capitán. – Si mi señor respondió Benito,  corriendo a la torre y comenzó a tocar la campana con toda alegría por la venida de la señora, porque ella era muy buena y muy bondadosa con sus hermanos de raza. Al oír estas campanadas,  el Capitán Luis tomó su caballo echó a galope de su bestia a ver quién había venido, al llegar a la hacienda se dio con la sorpresa, y la alegría al ver a su esposa, corrió a sus brazos y de su menor hijo. Mientras esto sucedía en la casa hacienda, en el campo los negros se preguntaban ¿Quién había venido? o han llegado más negros para la chacra. El Capitán,  le dijo a Andrés que coordinara con los caporales, para que suspendan la labor agrícola y otros trabajos de los negros en la hacienda, pero el caporal Blaz no se encontraba, y solo hallándose Benito quien tuvo que ir en su busca. Este fue acompañado de su menor hijo Juan. Después de un rato,  lograron ubicar al negro Blaz, por el camino de vuelta a la casa hacienda el pequeño Juan,  contaba a Benito cómo  había estado en la ciudad capital. Una vez reunidos,  fueron al pié de las campanas y comenzaron a tocar en combinación, al oír los trabajadores negros en la chacra se sorprendieron pues era una reunión de todos los trabajadores en la finca, corrieron dejando las labores agrícolas y ganaderas en el campo. Una vez concentrados en el patio, se dio a conocer la gran noticia mediante las palabras del capataz don Andrés. – ¡Escuchen con atención! al personal. – Doy a conocer la llegada de la señora esposa de nuestro Capitán y honra nos hace con su presencia en vuestra hacienda. Después de haber anunciado estas palabras,  salió detrás de uno de los arcos que conducía a la sala doña Francisca Ulloa, al verla todos los negros se alegraron, ella manifestó diciendo: Criados de mi gran esposo, se aproxima la fiesta de Pascua y se tiene que preparar por primera vez el nacimiento del niño Jesús en nuestra hacienda. Es una antigua costumbre que celebraban mis antepasados allá en España y hoy se tiene que seguir esta devoción en nuestra casa. Después tomó la palabra el Capitán y dijo: – Se celebrará la fiesta de Pascua al niño Jesús y la llegada de mi amada esposa. – ¡Querido Esposo! dijo la señora. Tomados  de las manos, se dirigió por el pasadizo, llegaron  a la sala y empezaron a hablar con voz muy tranquila.

PREPARATIVOS EN LA HACIENDA DE ANDABAMBA

En  la  hacienda  de  Andabamba, para  las festividades   de Pascua los negros se alistan   para preparar   de sus patrones y amos. La fiesta navideña,  se celebra cada año en España, los patrones tenían mucha fe católica a la religión cristiana,  a  esto se suma que   los negros esclavos comenzaron a creer en la religión de sus patrones, con un sentimiento negro cristiano, creando su propio niño a quien le pusieron de nombre: niñito Jesús. En los galpones,  las nodrizas, María del Carmen y Fermina comenzaron a idear que ellos también podrían confeccionar un pequeño niño,  para  llamarle  «NIÑO JESÚS»,  como  el  de  sus patrones, para rendirle devoción ocultas en las barracas de los galpones. La devoción tenía el sentimiento de liberación la cruel esclavitud, en la danza de la adoración. Era una mezcla de ritmo y devoción a los símbolos cristianos, a través de  sus saltos y cantos, similar a los cultos rituales de origen africanos. En la noche del día 23 de diciembre,  este pequeño Niño Jesús,  llamó  la atención.  Todos reunidos en los galpones estaban de acuerdo, solo  faltaba informar al presidente de las juntas «Los Caporales».  Se sabía que el caporal Benito estaba de acuerdo,  pero el caporal Blaz, no lo aceptaba. Al final,  las negras convencieron a los caporales y quedaron que el 24 en la noche se reunirían en los galpones. Las tareas,  se dividieron  entre los dos  negros caporales  y     todos  los  hombres se pusieron en actividad, de inmediato organizándose en grupos. Benito, con el grupo de negros de pampas, salieron con dirección a las quebradas, valles, peñas y orillas de los ríos,  para recoger plantas nativas de la zona: cabuya,  barbasco y otros. Benito mientras tanto, pensaba en voz alta y decía: Este es un hecho histórico, gracias a la bendición del niño Jesús de mis patrones. Retorno a la hacienda horas después el Capitán  Luis Quesada, ordeno al caporal Benito, adornar plantas de la zona,  un nacimiento en la capilla de la casa. Si mi Señor – respondio. Otro grupo de negros apoyaban en la cocina, se mataron  seis carneros para el banquete del 25 de Diciembre, día central. No solo se hizo el banquete para los señores de la casa,  sino también, las criadas negras, hicieron comidas en grandes pailas para todos los negros de la hacienda. Esta comida fue llamada: sopa de mote, posteriormente se cambio de  nombre, llamándole Patasca, comida favorita de los negros esclavos. Consistía en una sopa con mote, cabeza de carnero, patas, menudencia, comida que  no era consumido por los señores hacendados. En la lujosa sala, don Luis dio orden al capataz,  ir a la ciudad, para que  personalmente le puysiera en  conocimiento la llegada de su patrona e invitar a algunos de sus familiares,  para pasar la Fiesta de Pascua en familia,  en la Casa Hacienda.

EL MILAGRO ESPERADO POR LOS NEGROS

Era las 10:30 de la noche del día 24 de diciembre y don Luis ordenó a su capataz Andrés,  para que vinieran los caporales, los negros y negras esclavos de la hacienda,  para que escucharan la santa misa:  de noche buena en la capilla de la casa Hacienda de Andabamba. Los negros, se mantenían en silencio. Concentrados en la parte baja del pasadizo,  que da al patio de la casa, arrodillados mirando al altar. Mientras  que los dueños de la hacienda y su pequeño hijo, salieron al pasadizo.  Don Luis dijo: Andrés, haz pasar al sacerdote para que celebre la misa de Nochebuena. El padre Fray de Martínez, salió y se postró ante el altar,  frente a todos, y comenzó  la misa. A las doce de la noche,  la señora Francisca tomó al niño Jesús y lo puso en el pesebre  sobre una porción de paja. Entonces,  el padre Fray de Martínez,  invitó a don Luis para que tomara la palabra. Éste manifestó frente a sus familiares,  servidumbre  y esclavos,  leyendo  el  libro de  actas que había escrito el día anterior: «Todos reunidos delante del altar del nacimiento de nuestro Niño Jesús, os digo que todos los negros que se encuentren bajo el techo de mi Hacienda, tendrán derecho desde hoy en adelante a ser libres,  en días de Fiestas Pascuas del nacimiento de nuestro Niño Jesús de esta Hacienda de Andabamba. Ante este libro de actas,  suscribo yo el señor Luis Quesada de Velásquez, frente a nuestro redentor el Niño Jesús.» Ante estas las palabras del hacendado de Andabamba, su esposa al escuchar se sintió muy feliz,  pues ella estimaba a los negros. Mientras tanto, los negros al escuchar las palabras de su amo,  volcaron su alegría hacia el hacendado y su esposa, quienes dijeron que ellos también deberían celebrar a su estilo. Los negros, mulatas, zambos y otras castas comenzaron a regresar a sus barracas para festejar su libertad por primera vez. Libertad incondicional,  de un solo día a todos los negros de la hacienda de Andabamba, por Fiesta de Pascua. Era más que un asueto,  los negros y  las  negras  en los galpones de sus barracas,  llevaron flores al Niño, que habían confeccionado las nodrizas. La cofradía de negros realizaba este acto, sin que se enteraran los capataces blancos del hacendado.

EL BAILE DE COFRADÍA EN NOCHE BUENA

Ante noticia recibida de los patrones, los negros en sus galpones,  también iban ha celebrar las festividades por su libertad o asueto al finalizar el año.  El  caporal  de  cada  nación o presidente de  las juntas,  realizaron  sus  reuniones en esta noche de fiesta, más no debían  beberán. Se divertían, a su estilo tomando las cadenas en sus manos y  bailaban  formando cofradías de negros, haciendo sonar sus cadenas.  Mientras  que  un  grupo de ellos,  cantaba,   sentados  o  arrodillados,  tocando  sus  mates  con tambor (plato seco de calabaza que en el día servía como medida  de  los granos  de  maíz,  y  como plato para recibir su comida)  y otros instrumentos. En los galpones, reunidos todos los negros y negras comenzaron a bailar, pero como no podían agradecer al Niño de sus amos,  porque no era permitido que los esclavos danzaran alrededor del Niño Jesús. Ellos,  comenzaron a adorar al niño que confeccionaron las nodrizas Marín del Carmen y  Fermina, como si fuera el Niño Jesús de sus patrones, éstos llegaron a tener mucha fe al  Niño. Tomando huarapo y aguardiente, celebran una gran fiesta. Esta acción,  se dejó escuchar por los hombres de guardia y demás dueños de la casa, al ver tanta alegría y canto de aquellos negros que se escuchaba entre sus galpones, el capataz de la hacienda se acercó a ver los festejos de los esclavos y sorprendido informó todo lo que había visto a sus señores patrones. Toda  la  alegría y el comportamiento en los galpones de los negros, las alabanzas que hacían de su libertad, lo hacían como si ellos estarían alabando y adorando al niño de sus patrones. Al llegar los señores hacendados,  quedaron impresionados al observar el baile de sus esclavos que danzaban en su galpón.  Esta visión,  produjo un dulce sentimiento en el corazón de la señora del patrón. Mientras oía los cantos y veía el baile de los negros,  se prometió así misma obsequiarles ropas y vestidos para todos.

FIESTA DE PASCUA Y DANZA DE LOS NEGROS EN LA HACIENDA COLONIAL

Al  día siguiente 25 de diciembre,  fiesta  central  de  Pascua. Los  hacendados  entregaron  ropa nueva  a  todos sus esclavos. Esta ropa,  se obtenía de los obrajes (centros laborales de gran importancia en el Virreinato dedicados a la manufactura de textiles e hilos de lana, algodón y cabuya) de Quivilla, Puños,  Baños,  Llata y  otros, obrajes gracias al intercambio con el aguardiente, azúcar y otros productos de la hacienda. A partir de ese año,  las ropas se entregaban en cada fiesta de Pascua infaltablemente. La vestimenta consistía: para los hombres, calzón de cordellate, capotillo del mismo, un cotón de bayeta, bordado en las solapas con hilos de colores y un sombrero de paja que era traído del norte del país. Para las mujeres la vestimenta consistía en: un faldellín cosido con cintas de resta, dos varas de tocuyo en corte con diez hebras de pila para camisa o justan y un paño para la cabeza. Esta vestimenta,  era  repartida para todos. Sean adultos o niños,  de  acuerdo  a su edad y tamaño. A los recién nacidos,  se  les  proporcionaba  «dos varas de bayeta de tocuyo para pañales y mantillas». Al día central, se  invitó  a los caporales negros a bailar en el patio de la  hacienda, para adorar  a su  Niño Jesús, el  cual se convertiría en su salvador por lo que a partir de ese momento le rendirían culto con sentimiento,  haciendo  conocer  el sufrimiento,  con las mudanzas del castigo en el arco hoy en día denominado el tirabuzón. Al ver el sentimiento de los negros por el Niño Jesús, doña Francisca toma del brazo a su esposo y lo invita a bailar dentro de esta cofradía, disfrutando conjuntamente con sus esclavos. Esta fiesta se prolongó un día más, donde se invitaron a los hacendados de los diferentes lugares de Guanuco como: Tomayquichua,  Vichaycoto,  Quicacán,  Cayhuayna,  Colpa  Baja, Colpa Alta, Huancachupa y demás señores de la ciudad de León de Huánuco,  a presenciar el baile de la Cofradía de Negros. Los hacendados invitados, salieron impresionados por esta danza por lo que pidieron permiso a don Luis y doña Francisca para que esta Cofradía,  visite a sus respectivos fundos con el fin de adorar a su niño. Cuando  esta Cofradía bailó en cada una de las haciendas, sus hermanos de raza también quedaron impresionados, imitando este ritmo negro andino,  propagándose  de  esta  manera  este baile de adoración al niño Jesús, en nuestra serranía huanuqueño. En las demás haciendas los señores dueños, no tuvieron la misma voluntad de don Luis y doña Francisca,  para participar con sus esclavos por lo que un par de esclavos negros se tenían que vestir con ropas viejas de sus amos,   para disimular o imitarlos en la Fiesta de Pascua. Esta cofradía era agasajada con guarapo y aguardiente en vichis de barro,  como agradecimiento por haber danzado y adorado a su niño Jesús. Y  es  así  que  los  negros visitaban las demás haciendas y fundos de Huánuco cada año. Un anciano negro llamado Jacinto decía: «De dicha devoción al niño Jesús, nació una cofradía de negros en la dolorosa circunstancia de esclavitud, que tenían aquellos negros en la hacienda de Huánuco»; creando así un ritmo y fantasía popular de orígenes indudablemente Afro-Andinas en nuestro departamento de Huánuco.

MÚSICA DE LA DANZA

El Dr. Javier Pulgar Vidal, atribuye a la imaginación popular la letra de la danza. Pareciera, da la impresión que interpretan la siguiente canción: «Negrito congo saca tu garrote para matar gente como pericote Negrito congo saca tu mondongo para el Curuchano cabeza de porongo»  
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